lunes, 22 de agosto de 2011

La Diputación de Salamanca impulsará un diccionario de salmantinismos


Las hablas de Salamanca, tan íntimamente ligadas a la Lengua Leonesa, serán estudiadas en esta obra que estudia su originalidad. Una buena iniciativa que bucea en la identidad salmantina para ofrecernos parte de su inmensa riqueza.Palabras como "jijas" y "machorra" son usadas con el mismo significado en la provincia de León.
Reproduzco la noticia de Leonoticias.com:
Y.R.T. 21/08/2011
"No hace demasiado tiempo los niños se hacían piteras, quienes acusaban a sus compañeros eran unos cacariques, se comían entremozos y si no se estaba demasiado fuerte, se era un jijas. Hoy en día algunos de estos términos pueden sonar a chino, porque son vocablos prácticamente perdidos, frases que se escuchaban a los abuelos y que ya nadie repite, a pesar de que forman parte del acervo cultural de la región y de que enriquecen de forma extraordinaria el léxico.

Para paliar esta situación, el Instituto de las Identidades de la Diputación de Salamanca ha decidido crear un ‘Diccionario de las Hablas de Salamanca’, una obra que, según explicó el director del instituto, Juan Francisco Blanco, servirá de referencia y contribuirá a frenar la “pérdida progresiva” de estos términos.

Se trata de un trabajo ambicioso, prueba de ello es que aunque se han marcado un plazo de tres años para su finalización, ésta no es una fecha cerrada, por lo que Blanco augura que será “una obra definitiva”. Aunque reconoce que han sido muchos los dialectólogos e investigadores que han realizado importantes aportaciones al léxico salmantino, opina que era “necesaria” una revisión de todo lo publicado hasta el momento.

Una obra en la que se apoyan es la del autor José Lamano y Beneyte titulada ‘El dialecto vulgar salmantino’, un trabajo realizado en 1916 y que la propia Real Academia de la Lengua Española reconoció por su valía al incorporar algunos de sus vocablos en el diccionario de la RAE, concretamente los que están precedidos por la abreviatura de salmantinismos, (sal).

Este libro, continúa, “marcó un camino” que siguieron otras publicaciones, pero hasta el momento no se había tratado con la proyección que tendrá el futuro ‘Diccionario de las hablas’, con términos “inéditos”. En concreto, detalla que se llevará a cabo una revisión de lo publicado al respecto, se aportará material de investigadores que permanece inédito y que procede de “tesis que estaban durmiendo en los archivos” y se incorporarán las palabras e informaciones que aporte la gente de los pueblos de la provincia.

De hecho, recalca que desde que surgió la iniciativa, han recibido un aluvión de propuestas porque en Salamanca existe una “sensibilidad” hacia este tema, al igual que hay un interés por conservar “los bailes y trajes tradicionales”. Como ejemplo, invita a realizar una “excursión por la red”, donde se encuentran blogs y páginas webs de municipios, con una importancia predominante del léxico específico salmantino, debido a que es “algo muy vivo” cuyos vecinos no quieren perder. Por ello, se sienten “implicados y cómplices” del proyecto que quiere “rescatar” su habla.

El patrimonio cultural de las palabras

Estos vocablos son “de gran importancia” por formar también parte del patrimonio cultural de la región y además detalla que al contrario de lo que se pueda pensar, “tienen vigencia” y pueden ser útiles hoy.

El director del instituto reconoce que hay léxico que ha desaparecido cuando los objetos a los que hace referencia también han caído en desuso, sin embargo otros muchos aportan matices y connotaciones que aumentan la capacidad expresiva de quien los usa.

Aunque no es el ejemplo más apropiado, la riqueza de los salmantinismos puede apreciarse con claridad a la hora de manejar vocablos con los que describir los defectos de los demás, procedentes en muchos casos del ámbito rural. Alguien es un “calamorro”, cuando es un cabezón; o una “pelitorda” cuando se refiere a una mujer “casquivana”; también se utiliza el término “machorra” cuando se habla de alguien estéril, un término que proviene del entorno animal y que se ha adoptado para referirse a las personas; o cuando se dice que alguien es un “cacarique”, se hace referencia a quien no sabe guardar ningún secreto o a quien acusa de algo a los demás.

Alarmante reducción expresiva

A su juicio, la “pobreza expresiva” que se evidencia en la sociedad actual tiene “un camino de retorno, si se pierde la “vergüenza” que existe a la hora de utilizar esas palabras, que muchas veces proceden del entorno de campo y que gozan de gran “plasticidad, calidez y hermosura”. Sería un crimen, añade, que no se reivindicaran, porque la identidad de un territorio no solo tiene que ver con el paisaje o con la manera de celebrar una fiesta y prueba de ello es que por la forma de hablar de una persona en muchas ocasiones se puede adivinar su procedencia.

Por este motivo, es “una de las manifestaciones de la identidad más claros” y existen “muchas diferencias comarcales”.

Sin embargo, se está produciendo una “reducción enormemente peligrosa de la capacidad de expresión, del lenguaje y los conceptos nuevos que surgen no son proporcionales con los que se van perdiendo”.

Como ejemplo, cita que quizá no es importante que un joven conozca el significado de la palabra rueca, porque no es un instrumento de uso común, pero si es grave que durante un paseo por el campo no sepa describir las variedades de árboles que ve, qué es un aliso, un sauce o que vaya perdiendo la capacidad de distinguir un halcón o un vencejo, de un “pájaro” en general.

Existe un “mínimo” de vocabulario que posibilita el comunicarse con los demás, pero se está perdiendo “el uso concreto del léxico, cuando se renuncia a su aplicación exacta”.

Este etnógrafo matiza que no es un “nostálgico”, aunque si quiere expresar su pesar y su lamento por la pérdida de este patrimonio cultural, ya que según compara, “se pone el grito en el cielo si se deteriora una concha de un monumento, porque tiene que ser así, pero si se pierde una palabra porque el último que la utilizaba murió, no se le da importancia”.

Al igual que cuando se estropea el disco duro de un ordenador, afirma, las palabras también se pierden si no se han conservado para generaciones venideras, porque “se las lleva el viento” y aseguró que esta otra forma de patrimonio “quizá no se sabe valorar, pero la ignorancia no exime de la responsabilidad de su conservación”.

La profesora del Departamento de Lengua Española de la Facultad de Filología de la Universidad de Salamanca, Rosario Llorente Pinto, es la encargada de la coordinación de este proyecto, con la colaboración de personal del instituto, entre los que se encuentran un técnico y un etnógrafo, un equipo que trabaja en la ardua tarea de “buscar esas palabras perdidas” que casi nadie ya recuerda."

3 comentarios:

  1. ¿No le da a más gente miedo eso de que ahora se saquen de la manga la Diputación de la Provincia de Salmanca uno "Diccionario de salmantinismo" cuando ya existen varios?
    ¿Seguro que dirán que dichas palabras proceden del asturleonés o serán de cuño propio charro?

    ResponderEliminar
  2. Está claro que son palabras del astur-leonés. La etiqueta "salmantinismo" las encuadraría dentro del castellano. Pero creo que no engañan a nadie. Todo el mundo sabe que son palabras de la Lengua Leonesa.

    ResponderEliminar